Día de la Industria Naval Argentina

Palabras del Vicepresidente de la Asociación Bonaerense de la Industria Naval, Licenciado Miguel Angel Sánchez en el acto en conmemoración del Día de la Industria Naval Argentina llevado a cabo a bordo de la Fragata ARA Presidente Sarmiento.

Día de la Industria Naval Argentina
12 de septiembre de 2018

Resulta imprescindible comprender, desde una visión geopolítica – industrial, que nuestro complejo logístico – naval es un sistema integrado compuesto por los puertos, las vías navegables, la marina mercante y la industria naval. Dentro de ésta red interactiva y dinámica, actúan la industria naval liviana y pesada, pública y privada; transporte de cargas y industria pesquera; parques industriales y zonas francas; economías regionales y clusters sectoriales; recursos naturales y energías renovables; intereses marítimos y geoestratégicos; empresas o entidades vinculadas al Estado (Armada, Prefectura Naval, YPF, INIDEP); y entidades educativas (centros de formación, escuelas técnicas, universidades, centros de investigación) y civiles (cámaras empresarias, sindicatos, etc.). Todo esto nos da una idea de ubicación y no sólo de circunstancia. Es decir, comprender que lo que suceda o no en el mundo o en el país nos afecta pero lo que suceda o no en éste entramado descripto, además, nos involucra porque somos parte del mismo. No lo podemos eludir pero tampoco nos puede eludir.
La Industria Naval Argentina tuvo, tiene y tendrá siempre ésta vocación y ésta capacidad para participar en el diseño, transformación, reparación, renovación o construcción de cualquier tipo de flota de navegación, sea fluvial o marítima, aquí o en el exterior. Esto es parte de nuestro ADN industrial. Esto no implica que ignoremos otros criterios e intereses, armatoriales, sindicales o gubernamentales, como así tampoco que desconozcamos donde y cuáles son nuestros puntos débiles. Los conocemos muy bien.
Pero sucede que nnuestro país es uno de los pocos en el mundo que teniendo una industria naval instalada sigue permitiendo la importación de barcos usados: pesqueros, mercantes, remolcadores, etc. Renovar o construir un barco o una flota requiere de una industria naval activa. Nada de esto es realmente posible sin la existencia de un plan que esté previa y debidamente consensuado entre los principales actores. Solos, o por pares, o por tríos, o por algunos, o por ciertos, jamás podremos diseñar una política industrial argentina sustentable, creíble, firme, inclusiva, y constante.
Sabemos que construir barcos o renovar flotas no sólo depende de nuestras capacidades sino también de al menos otras cuatro factores claves: condiciones e incentivos para que el sector armatorial pueda invertir en el país; condiciones de empleo dignas, equitativas y actualizadas; condiciones de mercado interno, regional e internacional; y finalmente de la existencia de políticas de Estado interrelacionadas, concretas y perennes al menos en el corto y mediano plazo.
Precisamente, el pasado martes en oportunidad del Día de la Industria Argentina el Ministro Dante Sica decía que es necesario bajar la inflación, aumentar el financiamiento productivo, estabilizar la macroeconomía, hacer crecer el mercado de capitales y de inversiones, destacando que “la industria ya no busca sueldos bajos sino costos logísticos y energéticos bajos”. Para lograr esto, decía, hay tres actores fundamentales: los empresarios, los trabajadores y el Estado, que son quienes deben definir una “agenda colectiva”. Nosotros coincidimos en esto y decimos, además, que debemos empezar a trabajar en esto antes de ayer.
Debemos ocuparnos más en qué podemos y en qué queremos estar de acuerdo antes que dedicarle tanto tiempo y esfuerzo a la razón que cada uno tiene o cree tener para seguir en desacuerdo. Debemos saber encontrar estas coincidencias, sean pocas o las que sean.
Necesitamos tener un mercado interno fuerte; reducir los impuestos distorsivos; terminar con la informalidad; ganar equidad tributaria; simplificar trámites; contar con una cultura exportadora; y disponer de una preparación adecuada para éste presente que parece mezclarse más con el futuro. El cambio tecnológico ya ocurrió y, sin embargo, nosotros aún tenernos en Argentina un modelo educativo que responde más a las exigencias de la revolución industrial.
Por eso, la alianza industria–conocimiento es urgente y tenemos que cooperar entre todos en la transformación educativa, advirtiendo que aprovechar los cambios tecnológicos que vivimos depende radicalmente de las transformaciones sociales y culturales que podamos conseguir.

En éste sentido, nuestras acciones deben enfocarse en crear nuevas empresas y consolidar las existentes; lograr conectividad y energía; actuar en innovación, tecnología y desarrollo; trabajar en la industria 4.0, en general, y en la Industria Naval 4.0, en particular. Estos son algunos de los nuevos paradigmas que nos incluye a todos los aquí presentes.
Pero también decimos que para que exista ese mercado interno fuerte se exige estabilidad, previsibilidad, planificación, decisión y acción. Para conquistar mercados externos se necesita lo mismo. Y, en ambos casos, se requiere entender que la competitividad no puede ser sólo empresaria, productiva, educativa y laboral sino que también debe ser pública, estatal. El Estado presente, y no ausente ni distraído, debe ser tributariamente competitivo, financieramente activo, económicamente equitativo, diplomáticamente apto y políticamente práctico. En tal sentido, todos tenemos varias tareas por hacer. Algunas, tendremos que hacerlas juntos y otras cada uno asumiendo la responsabilidad que le corresponde, sea del sector privado o público. Pero lo que ninguno puede dejar de ser es ser generador genuino de 5 elementos claves: de empresas, de empleo, de competitividad, de inclusión y de integración. Integrarnos significa unirnos productivamente, territorialmente, estratégicamente, e inteligentemente.
Recientemente hemos visto distintos sucesos que implican a los astilleros públicos. Se trata de cuestiones que, de una u otra manera, nos involucran prácticamente a todos los presentes. Desde la ABIN seguiremos rechazando cualquier tipo de violencia, venga de donde venga. Pero, a la vez, seguiremos defendiendo los intereses de nuestro sector. Ni antes ni ahora hemos obviado o dejado de lado a ningún astillero, sea público o privado, ni tampoco a ninguna empresa del sector, recordando siempre que en nuestras empresas, los principales responsables no son los obreros sino son los que las conducen. Nuestros recursos humanos fueron, son y seguirán siendo nuestro capital fundamental. Todos somos parte de éste espacio industrial argentino y lo que le suceda a uno nos sucede a todos. Estamos convencidos de que cada empresa activa y cada puesto de trabajo activo son una solución para una persona, para una familia, para un pueblo, para una Nación. En tal sentido, nos ponemos a disposición para trabajar codo a codo a fin de encontrar soluciones que dinamicen a nuestra industria. Ofrecemos nuestra disposición para el diálogo, para oírnos, para hacer propuestas, para lograr juntos puntos de encuentro.
Pero no permitamos, por favor, que las conclusiones sean, otra vez, más violencia, más desempleo o más cierres de astilleros ni de ninguna empresa argentina. Seguramente hubo y hay errores, pero seguramente también hubo y hay aciertos. Trabajemos entonces desde ahí. Todos debemos tener oportunidades dentro de las nuevas reglas de juego del país y del mundo. Cada despido rompe la cadena de saberes técnicos que hacen al patrimonio cultural de una Nación. Las profesiones estratégicas, como las que hacen a la industria naval, no se recuperan ni se reemplazan de la noche a la mañana. Ya hemos perdido mucho: sólo entre 1990 y 2000, cerraron unas 150.000 industrias; pasamos de una tasa de desocupación del 6% a casi el 30%; tuvimos una Marina Mercante con una flota de 150 barcos y luego quedaron menos de 20. No podemos seguir así, la sociedad argentina no merece seguir pagando costos por ineficiencia, impericia, negligencia, desidia, y/o corrupción.
La Marina Mercante Argentina hace una contribución fundamental para el desarrollo de la Nación. Su esfuerzo se concentra en ser una alternativa atractiva y eficiente para productores y cargadores. Para ello, tienen objetivos básicos a alcanzar como la desburocratización, la reducción de los costos y la disminución de la presión fiscal. Se torna clave la generación de exenciones a los tráficos fluvio-marítimos que, actualmente, no están desarrollándose y que son susceptibles de captar inversiones en el corto plazo (Hidrovía Paraguay Paraná, el Bilateral Argentina/Brasil, Internacional).
Es imprescindible que se participe con buques propios en el tráfico bilateral con Brasil que está protegido por el acuerdo binacional que privilegia 50+50 al tráfico marítimo de mercaderías entre ambos países para buques de bandera nacional. Ahí puede crecer nuestra Marina Mercante pero hoy no sólo no participa ningún buque argentino sino que además la Unión Europea pretende eliminar la "reserva de carga", que asegura un porcentaje del transporte de bienes con barcos de bandera nacional. Ya decía el General Manuel Belgrano que "una nación que deja hacer por otra, una navegación que puede realizar por sí misma, compromete su futuro y el bienestar de su pueblo". Nosotros, convencidos plenamente en el Mercosur, decimos hoy y aquí que en la nueva relación Mercosur – Unión Europea que se pretende, tanto la marina mercante y como industria naval deben ser excluidas de las negociaciones que se vienen desarrollando hasta tanto ambos sectores logremos una madurez de competitividad que no hemos alcanzado hasta ahora para ese contexto.

En cuanto a la Industria Naval, desde 1980 entonces hasta la actualidad, se perdió el 90% de la actividad y pasamos de u$s400 millones de ventas de valor industrial naval a menos de u$s38millones. Es más, o es peor aún: nuestro sector pasó de representar un 0,26% del PBI al 0,007% actual. Sin embargo, con políticas de Estado correctas la industria naval nacional tiene un potencial formidable. Hay estudios que indican que podríamos volver a tener 60.000 puestos de empleo directos e indirectos en toda la cadena industrial naval y superar los u$s600 millones en ventas anuales. Entonces, para aquellos que dicen que nuestra industria naval no sabe, no quiere o no puede, ponemos a su disposición los 1.300 barcos que hemos construido en el país en los últimos 80 años. No son 1300 promesas ni 1300 proyectos. Son más de 1300 hechos construidos en Argentina.
En éste contexto de las políticas de Estado correctas, quiero destacar dos medidas recientes y positivas. Por un lado, es el fallo judicial que ordenó la restitución al Estado Nacional del predio del Astillero Tandanor que fuera fruto de una venta fraudulenta del 1991. Este es otro astillero argentino con un alto valor estratégico que no puede ser seguir siendo el motín pretendido por ciertos desarrolladores inmobiliarios. Por otro lado, está la Ley de Compre Argentino y Desarrollo de Proveedores, que fuera aprobada por nuestro Congreso Nacional el pasado mes de abril y que el Poder Ejecutivo reglamentó y puso en vigencia. En una reciente nota periodística, Sergio Drucaroff, Subsecretario de Compre Argentino y Desarrollo de Proveedores, decía al respecto que “tenemos un gran desafío por delante, poner en marcha una ley potente para una industria fuerte, con mayores capacidades tecnológicas, generadora de empleo de calidad y más exportadora”. De esta manera, las PyMEs radicadas en la Argentina tendrán prioridad en las compras públicas y en grandes proyectos de infraestructura. Acompañamos ésta herramienta lograda y esperamos que ahora que rige una norma tan relevante se le dé el debido cumplimiento, principalmente por parte de ciertos organismos y ministerios gubernamentales a la hora de decidir comprar afuera lo que podemos y sabemos hacer acá.
Cuando levantamos las persianas cada mañana; cuando cada mes pagamos dos quincenas; cuando decidimos comprar un torno antes que bonos; esa es la industria que estabiliza al país, la industria que responde y que no especula. Nosotros seguiremos insistiendo en conseguir más herramientas legales realmente serias, útiles y puntuales, en base a dialogar y trabajar junto con los representantes de los sindicatos, de las cámaras, de la educación, del Poder Legislativo y del Poder Ejecutivo.
Mientras tanto, consolidemos entre todos a nuestra democracia, a nuestra industria y a nuestro desarrollo sobre la base del respeto, la tolerancia, la inclusión, la transparencia y la coherencia de nuestras acciones.
Muchas gracias.

Lic. Miguel Angel Sánchez
Ex Presidente y actual Vicepresidente de la Asociación Bonaerense de la Industria Naval (ABIN)
Director Secretario (representación: sector industrial) del Consorcio Regional Portuario de Mar del Plata
Miembro de la Junta Directiva de la Unión Industrial de la Provincia de Buenos Aires (UIPBA)
Integrante de la Asociación de Industriales Metalúrgicos de la República Argentina (ADIMRA)